sábado, 19 de junio de 2010

Borges y el barrio de Liniers

Siempre me molestó que Borges no mirase al oeste de la ciudad. Cuando él era muy joven su barrio de Palermo no parecía cerca del centro. Y mi querido Liniers, en 1.910, que era apenas una ignota y lejana barriada de obreros del ferrocarril oeste, no debería ser excitante para la imaginación borgeana.

Pero leía hoy a León Tenembaun en su interesante libro “Buenos Aires Tiempo de Borges”, quien se tomó el trabajo de enumerar los temas o barrios porteños a los que Borges no les escribió. Y con sorpresa me encontré con que también se quedó fuera de su interés el barrio de Mataderos, que con su mundo de reseros y cuchilleros encargados de dar muerte y trozar el ganado debía gustarle(en la entrada anterior leíamos su magnífica poesía llamada “carnicería”) Mataderos está al lado de Liniers y si no le escribió nada a un lugar donde todavía hay paisanos, ¿qué quedaba para mi barrio?
Pero la sorpresa mayor la recibí al enterarme de que Borges tampoco se interesó por La Boca ni por el Abasto. ¿Cómo es posible que estos tres barrios emblemáticos de Buenos Aires fueran ignorados por el escritor? Tenembaun piensa que la inmigración que pobló La Boca y el Abasto podría haberlo fastidiado un poco. Y en el caso del barrio de Mataderos, su preferencia por otros mataderos de la ciudad: el primitivo del Norte (por Las Heras y Pueyrredón) y los Corrales Viejos (de Parque Patricios)
Si esos tres pesos pesados de la ciudad se quedaron afuera de la cosmovisión borgeana ¿qué podía pretender yo que sucediera con Liniers?
Mi barrio se llamó así porque el Virrey Liniers fue un gran benefactor de las Hermanas Hijas del Divino Salvador, quienes aún están al lado de uno de los templos más populares del país como es la iglesia de San Cayetano (donde cursé la primaria); junto a la estación del ferrocarril y el Club Atlético Vélez Sársfield son los tres símbolos del barrio. El mercado de hacienda de Liniers, en realidad no queda en Liniers sino en Mataderos.

Pero no sería yo si no le buscaba otra vuelta al asunto, tenía que haber un vínculo entre Borges y mi barrio, y pensé en el arroyo Maldonado, que estaba muy cerca de la casa de la niñez de Borges; el mismo arroyo que nace detrás de Liniers y luego busca el mitológico Palermo. ¿Y cómo es posible que no me diera cuenta antes que un curso de agua que pasa muy cerca de mi vieja casa también lo hacía por la de Borges? Porque nunca vi ese arroyo. Como la zona era muy inundable, lo entubaron en la década del treinta y arriba se trazó la avenida Juan B. Justo.
El Maldonado tenía en sus riberas prostíbulos y lo merodeaban orilleros, por lo cual era muy peligroso. Intuyo que la madre de Borges debió detestarlo. Cuando llovía mucho formaba una laguna y todo su trayecto se inundaba y llenaba de basura, así que se me ocurrió pensar que es muy posible que doña Leonor le dijera a Georgie que no saliera de la casa los días de tormenta (en realidad no salía por ningún motivo, siempre leyendo en la biblioteca de su padre) porque el Maldonado venía con mucha agua de Liniers.

Modesta venganza la mía, y es la de pensar que si el barrio no fue motivo de inspiración para el querido Borges, tal vez haya sido visto con algún temor en su casa. Porque el arroyuelo que se enfurecía los días de tormenta y que hacía sórdida esa orilla de Palermo nacía detrás de una humilde barriada de obreros del ferrocarril, bautizada con el apellido de un virrey francés a las órdenes de España: Liniers. El barrio de mi niñez.


Fuentes

León Tenembaun, “Buenos Aires Tiempo de Borges”
Ediciones Turísticas, Buenos Aires 2.001
http://es.wikipedia.org/wiki/Arroyo_Maldonado
http://www.barriada.com.ar/liniers.htm#i3

Plaza Italia, Palermo, a comienzos del siglo pasado




Arroyo Maldonado


domingo, 13 de junio de 2010

Carnicería

Más vil que un lupanar
la carnicería rubrica como una afrenta la calle.
Sobre el dintel
una ciega cabeza de vaca
preside el aquelarre
de carne charra y mármoles finales
con la remota majestad de un ídolo.

Jorge Luis Borges
Fervor de Buenos Aires (1923)