lunes, 11 de octubre de 2010

El tigre

Un Borges niño no conseguía apartarse de la jaula de los tigres. La madre debía amenazarlo, para poder abandonar el zoológico, con no dejarle leer sus libros al regresar a la cercana casa de la calle Serrano.
Luego seguiría visitando el zoológico, por ejemplo con algún amor, y escribiría cosas como éstas:

Decir el tigre es decir los tigres que lo engendraron, los ciervos y tortugas que devoró, el pasto de que se alimentaron los ciervos, la tierra que fue madre del pasto, el cielo que dio luz a la tierra”
La escritura del Dios (El Aleph)

Hasta la hora del ocaso amarillo
Cuántas veces habré mirado
Al poderoso tigre de Bengala
Ir y venir por el predestinado camino
Detrás de los barrotes de hierro.
Sin sospechar que eran su cárcel”
El oro de los tigres

Un tercer tigre buscaremos. Éste
Será como los otros una forma
De mi sueño, un sistema de palabras
Humanas y no el tigre vertebrado
Que, más allá de las mitologías,
Pisa la tierra. Bien lo sé, pero algo
Me impone esta escritura indefinida,
Insensata y antigua, y persevero
En buscar por el tiempo de la tarde.
El otro tigre, el que no está en el verso”
El otro tigre, El Hacedor

Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy)
“Borges y yo” El Hacedor

Esta tarde paseaba distraído por el zoológico, hasta que “a la hora del ocaso amarillo” llegué a la jaula del Tigre Blanco de Bengala, que no se mostraba. Imaginé un niño de principios del siglo pasado, llorando porque su madre lo retiraba antes de presenciarlo. También pensé en un hombre ya maduro, paseando con Estela Canto, enhebrando el argumento de un cuento mientras mira el nervioso ir y venir del felino, detrás de los barrotes de hierro, su insospechada cárcel.
Todo eso pensaba cuando apareció el Gran Tigre. Algo despertó su curiosidad detrás de las rocas de su jaula y observaba expectante. No sé si era el tigre vertebrado, o el tigre del sueño de Borges. Como sea, alcancé a tomarle una foto borrosa, irreal. No estoy seguro si lo vi, o soñé que lo veía.