jueves, 31 de enero de 2013

Un mundo sin ellos







En “la invención de Morel”, su novela más famosa, Bioy Casares pone en boca del protagonista –un fugitivo que, refugiado en una isla extraña sufre por el incierto destino de su amada- las siguientes líneas: “Estoy a salvo de los interminables minutos necesarios para preparar mi muerte en un mundo sin Faustine”

Casi cincuenta años después, Bioy escribe esto: - “Sábado 14 de junio. Después de almorzar en La Biela, con Francis Korn, decidí ir hasta el quiosco de Ayacucho y Alvear. Un individuo joven, con cara de pájaro, me saludó y me dijo, como excusándose: "Hoy es un día muy especial". Cuando por segunda vez dijo esa frase le pregunté: "¿Por qué?". "Porque falleció Borges. Esta tarde murió en Ginebra", fueron sus exactas palabras. Seguí mi camino. Pasé por el quiosco. Fui a otro de Callao y Quintana, sintiendo que eran mis primeros pasos en un mundo sin Borges” (de su libro “Descanso de caminantes”)

Fueron dos momentos impares en la vida de Bioy: el desenlace de su novela más famosa y la muerte de su más entrañable amigo. En ambos, privó la angustiosa necesidad de imaginar lo que sería de él en un mundo sin ellos. Me encanta que haya elegido la misma figura para ambos casos. Al fin y al cabo, en los momentos difíciles, esos en los que según Borges uno sabe quien es, llevamos pocas armas para defendernos. Y pocas palabras, también. 




La música que agrego es la que se escuchaba en la extraña isla del Sr. Morel.