Al pequeño Borges no puede habérsele escapado el detalle.
Cuando iba con su padre a la casa de Carriego, o ya de muchacho, al heredar la
amistad con el poeta. Debe haber visto la oscura casa donde juega una niña, a
la vuelta de la calle Honduras, que en
el frente tiene el año de su construcción, 1.899, y dos iniciales: J. B.
En el cuento “El Sur” Juan Dahlmann, su protagonista, “vio una
cifra del Sur (del sur que era suyo)” en ese cuchillo que un gaucho viejo
le arrojó a los pies para que pelease en un duelo, teniendo así la dicha de
elegir o soñar su muerte.
Quizás el pequeño Borges se haya sorprendido al ver sus datos
esenciales en una casa tan cercana a la del poeta Carriego. Tal vez vislumbró
una cifra del barrio de Palermo quien, como El Sur, estaba resolviendo un
destino.