domingo, 4 de abril de 2010

Los otros, el mismo



Si existiese la máquina del tiempo, me gustaría ir a dos lugares y dos momentos que en realidad son uno solo: Cambridge, febrero de 1.969, y Ginebra, 1.918.
En ambos lugares me esperan dos Borges a punto de charlar entre sí en un banco frente al río Charles (o Ródano, según cual sea el Borges que lo recuerde o sueñe)
Y así presenciar con aire distraído el increíble encuentro de dos personas que son una y se llevan cincuenta años de edad. Hombres que justamente porque son distintos pero a la vez uno no pueden mentirse, lo cual “hace difícil el diálogo”
Un Borges hablará de su pasado y el otro de su presente, receloso. Ambos se darán noticias de sus padres y charlarán de literatura. El mayor sentirá por sí mismo, de joven, una ternura paternal.
Quisiera saber si solamente el viejo Borges describió este encuentro, o también lo hizo el joven y luego lo destruyó, temeroso.
Pensándolo bien, tal vez no haga falta viajar por el tiempo y por el espacio. Quizás con sentarme a la vera de un río cualquiera pueda encontrarme con dos hombres hablando de Dostoievsky y de batallas, de oprimidos y de parias, y si les pregunto sus nombres, ambos me den idéntica respuesta.
La conversación podría estar ocurriendo ahora mismo, mientras esto escribo.

Relato basado en el cuento "El otro" de Jorge Luis Borges