Un ciego juntaba rosas: una, llegada del paraíso; otra del futuro, algo marchita; una platónica; otra, inalcanzable; y una más, primera, arquetípica. A cada amor que lo dejaba una le dio. Fueron muchos sus amores y otras tantas las extrañas rosas que obsequió. Aquel ciego yace lejos de su tierra y del olvido. De tanto en tanto una flor es apoyada en la piedra exagerada. No es extraña esta rosa, como aquellas. Es apenas una, como tantas. Pero todas las rosas están en ésta, anónima y común ¡Viejo ciego! Junta tus amadas rosas otra vez.
Las noches de los sábados
Hace 2 años
Juntaba rosas que no veía y las amaba a todas, de punta a punta, les intuía el alma del color en la textura de pétalo y espinas.
ResponderEliminarhttp://enfugayremolino.blogspot.com/
Acabo de descubrir este espacio poblado de bellas palabras.
ResponderEliminarMagnífico, compartimos la admiración por Borges.
Un saludo