
Sebreliana en defensa de las citas
Contesto a los reproches sobre el exceso de citas borgeanas que aquí intento, con la cita de una cita de Sebreli: “Contesto a los reproches sobre el exceso de citas con una cita más, la de Walter Benjamin, cuando decía que aspiraba a escribir un libro que no fuera más que citas. Yo desearía también escribir un libro que fuera la suma de todos los libros y de todos los autores que he leído en el transcurso de mi vida, la síntesis abarcadora”
Otra primera vez
Tiene razón Sebreli, ¿cómo no me fijé? Nos queda en la memoria el primer beso, la primera novia, la primera vez en el sexo, el primer día de clase o el primer día de trabajo. ¿Alguien se acuerda de la primera vez que salió solo de su casa? En los barrios tal vez sea difícil fijar ese día, porque uno estaba en la esquina, con la puerta de su casa abierta, esperando el grito de mamá…¡a tomar la leche!
Y otro día en vez de quedarse en la esquina da la vuelta manzana y otro día está a dos cuadras de su casa, y así. A mí me parece que la primera vez que salí formalmente solo fue cuando me tomé el 104 de Liniers a Mataderos, más precisamente a Miralla y Alberdi. Allí iba con mis historietas, había una librería que las canjeaba 2 x1. Era una fiesta: iba solo, me pasaba un buen rato eligiendo las que me iba a traer, y me daba una vuelta por el templo sagrado de los libros a los que todavía ni imaginaba posibles. ¿Qué edad tendría? ¿Ocho o nueve años, supongo? Alguien dejaría hoy a su hijo viajar solo en colectivo a esa edad? No todo tiempo pasado fue mejor, pero algunas cosas del pasado, sí.
“La partida del solar natal, el viaje hacia lo desconocido, lo inicié un día, en los últimos años de la infancia cuando por primera vez salí a caminar solo por las calles de la ciudad. Aunque con el permiso materno y a horario fijo, esa salida fue vivida simbólicamente como “la fuga del hogar”. El mundo desordenado y caótico, infinitamente vasto de la calle, esos senderos que no llevan a ninguna parte y a la vez a todas, constituían el rechazo del orden pequeñoburgués, del círculo cerrado de la familia. El apacible tedio, la monotonía gris del hogar era súbitamente destrozada por el torbellino de aventura y la dramaticidad de la calle con sus conflictos, antagonismos, peligros, acechanzas, emboscadas, con su expectativa incesante de sorpresas, de posibilidades siempre renovadas, con la sensación de que cualquier acontecimiento puede ocurrir a la vuelta de la esquina”
Los textos en cursiva pertenecen a “La señales de la memoria” de Juan José Sebreli, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1987
Contesto a los reproches sobre el exceso de citas borgeanas que aquí intento, con la cita de una cita de Sebreli: “Contesto a los reproches sobre el exceso de citas con una cita más, la de Walter Benjamin, cuando decía que aspiraba a escribir un libro que no fuera más que citas. Yo desearía también escribir un libro que fuera la suma de todos los libros y de todos los autores que he leído en el transcurso de mi vida, la síntesis abarcadora”
Otra primera vez
Tiene razón Sebreli, ¿cómo no me fijé? Nos queda en la memoria el primer beso, la primera novia, la primera vez en el sexo, el primer día de clase o el primer día de trabajo. ¿Alguien se acuerda de la primera vez que salió solo de su casa? En los barrios tal vez sea difícil fijar ese día, porque uno estaba en la esquina, con la puerta de su casa abierta, esperando el grito de mamá…¡a tomar la leche!
Y otro día en vez de quedarse en la esquina da la vuelta manzana y otro día está a dos cuadras de su casa, y así. A mí me parece que la primera vez que salí formalmente solo fue cuando me tomé el 104 de Liniers a Mataderos, más precisamente a Miralla y Alberdi. Allí iba con mis historietas, había una librería que las canjeaba 2 x1. Era una fiesta: iba solo, me pasaba un buen rato eligiendo las que me iba a traer, y me daba una vuelta por el templo sagrado de los libros a los que todavía ni imaginaba posibles. ¿Qué edad tendría? ¿Ocho o nueve años, supongo? Alguien dejaría hoy a su hijo viajar solo en colectivo a esa edad? No todo tiempo pasado fue mejor, pero algunas cosas del pasado, sí.
“La partida del solar natal, el viaje hacia lo desconocido, lo inicié un día, en los últimos años de la infancia cuando por primera vez salí a caminar solo por las calles de la ciudad. Aunque con el permiso materno y a horario fijo, esa salida fue vivida simbólicamente como “la fuga del hogar”. El mundo desordenado y caótico, infinitamente vasto de la calle, esos senderos que no llevan a ninguna parte y a la vez a todas, constituían el rechazo del orden pequeñoburgués, del círculo cerrado de la familia. El apacible tedio, la monotonía gris del hogar era súbitamente destrozada por el torbellino de aventura y la dramaticidad de la calle con sus conflictos, antagonismos, peligros, acechanzas, emboscadas, con su expectativa incesante de sorpresas, de posibilidades siempre renovadas, con la sensación de que cualquier acontecimiento puede ocurrir a la vuelta de la esquina”
Los textos en cursiva pertenecen a “La señales de la memoria” de Juan José Sebreli, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1987