domingo, 9 de mayo de 2010

La escritura como catarsis (con Felisberto Hernández, Kafka y Borges como invitados)





No creo que esté mal. Yo mismo lo hago a veces. Sólo quiero decir que la escritura catártica tiene enemigos más poderosos que ella. Un calibre 38, un vaso de whisky, un amigo o el diván de un analista parecen más efectivos para quien necesita un desahogo. Digo, quien acaba de vivir una tragedia tiene mejores medios de purificación que aquella que se realiza por escrito.
Incluso, me parece oír la risa de los escritores en algunas de sus páginas terribles. Creo que Hernández se reía al escribir esto:

“Cuando uno siente la angustia de no estar colocado en ningún lugar de este mundo y se jura colocarse en alguno; cuando uno sueña llamar la atención de los demás algún día y siente cierta tristeza y rencor porque ahora no la llama; cuando se pone histérico y sueña un porvenir que le adormece la piel de la cabeza y le insensibiliza el pelo; y que jamás lo confesaría a nadie porque se ve a sí mismo demasiado bien y es el secreto más retenido del que tiene algún pudor; porque tal vez sea lo más profundo del sentido estético de la vida; porque cuando no se sabe de lo que se es capaz, tampoco se sabe si su sueño es vanidad u orgullo”

¿Es exagerado imaginar risas al escribir “tristeza y rencor”? Puede ser. Pero estoy seguro que Felisberto, al sumarle a sus tristezas y rencores adormecimientos e insensibilidades, al menos sonreía. Y se debe seguir riendo, si está en algún lado y conserva algo parecido a una boca o a unos dientes, al enterarse que sus ideas sobre llamar la atención se cumplieron largamente. Y si también ha retenido la facultad de mirar, al verme leyéndolo con alguna de las variadas formas que nuestro cuerpo tiene de manifestar una emoción artística, se ha reído por lo que me provocó.
Antes de la escritura o después de la lectura de los otros, aparece en el escritor Su Majestad La Risa o su Princesa Heredera, La Sonrisa, tanto o más que la angustia literaria, que tiene mayor fama y mejor consideración para escribir bien. Porque para ello parece indispensable sufrir, incluso durante la escritura.

¿Estoy diciendo pavadas? Posiblemente. Sigamos con esto de El Proceso:
“A K le habían comunicado por teléfono que el domingo próximo tendría lugar una corta vista para la instrucción procesal de su causa…Se había optado por el domingo como día de la vista sumarial para no perturbar las obligaciones profesionales de K. Se presumía que él estaría de acuerdo, pero si prefería otra fecha se intentaría satisfacer su deseo…Era evidente que debía comparecer, ni siquiera era necesario advertírselo. Una vez oído el mensaje, K colgó el auricular sin contestar; estaba decidido a ir el domingo: con toda seguridad era necesario; el proceso se había puesto en marcha y tenía que dejar claro que esa citación debía ser la última. Aún permanecía pensativo junto al aparato, cuando escuchó detrás de él la voz del subdirector, que quería llamar por teléfono. K obstruía el paso.
-¿Malas noticias?- preguntó el subdirector sin pensar, no para saber algo, sino simplemente para apartar a K del teléfono.
-No, no- dijo K, que se apartó pero no se alejó.
El subdirector cogió el auricular y, mientras esperaba la conexión telefónica, se dirigió a K:
- Una pregunta, señor K: ¿le apetecería venir a una fiesta que doy el domingo en mi velero? Nos reuniremos un buen grupo y encontrará conocidos suyos, entre otros al fiscal Hasterer. ¿Quiere venir? ¡Venga, anímese!”

¡Las cosas que hay que escuchar! Kafka riéndose. Me temo que sí. ¿No es suficiente ese mefistofélico “¡Venga, anímese!”? El mismo día de la citación Kafka le pone a su Sr. K. una sorpresiva invitación de un superior solamente porque le dio risa la paradoja. Porque como todos sabemos, las paradojas suelen ser cómicas o tragicómicas. Además, que sea el sub director quien lo pone en un aprieto me parece un chiste dentro del chiste, y que su atormentado protagonista se llame K. como él, otro.


Algunas tragedias, especialmente las imaginarias, le hacen gracia al mensajero. Pero cuidado, que esta risa no revela insensibilidad sino todo lo contrario. Tal vez sea sólo una mueca de difícil traducción, como la de esos orientales que parece que se ríen en el medio de un drama terrible y nos dejan perplejos, aunque sepamos que en verdad están sufriendo.
Quizás la risa purifica tanto como el miedo o la angustia y también es catártica, y entonces aquí no hay postulado alguno.

Sea el caso que fuere, no puedo terminar esto sin una cita borgeana, porque Menárdez se enojaría conmigo. Estoy seguro que Borges se reía mientras escribía esto:

El texto de la enciclopedia decía: Para uno de esos gnósticos, el visible universo era una ilusión o (más precisamente) un sofisma. Los espejos y la paternidad son abominables (mirrors and fatherhood are abominable) porque lo multiplican y lo divulgan”

Por mi parte, mientras escribo mis arrebatadas palabras, me estoy riendo. Y ese es un fundamento respetable de vaya a saberse qué cosa.



Párrafos escogidos de
“Por los tiempos de Clemente Colling” de Felisberto Hernández
“El Proceso” de Franz Kafka
"Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" de Jorge Luis Borges


10 comentarios:

  1. La risa es siempre un fundamento respetable. En su obra, en la de Hernández, en la de Kafka y en la de Borges también.
    Y aunque la torva y macilenta tristeza suele tener más prestigio, aunque la melancolía aparezca como ingrediente esencial e inescindible de la seriedad de los grandes, hay en sus obras elementos de alegría, de risa, de deleite, hasta de jocosa sensualidad.
    La risa aparece como una gran liberadora al romper la servidumbre que instituye la tristeza.
    “La Ética es necesariamente una ética de la alegría... Pues la risa, como también la broma, es pura alegría y, por tanto, con tal que no tenga exceso, es de por sí buena. Pues, ciertamente, sólo una torva y triste superstición puede prohibir el deleite. ¿Por
    qué saciar el hambre y la sed va a ser más decente que desechar la melancolía? Ningún ser divino, ni nadie que no sea envidioso, puede deleitarse con mi impotencia y mi desgracia, ni tener por virtuosos las lágrimas, los sollozos, el miedo y otras cosas por el estilo, que son señales de un ánimo impotente. Muy al contrario, cuanto mayor es la alegría que nos afecta, tanto mayor es la perfección a la que pasamos, es decir, tanto más participamos de la naturaleza divina" (Baruch de Espinoza, Ética, parte Cuarta, Proposición XLV y XLVI)
    Menuda reflexión nos ha traído para un domingo a la noche!
    Me voy con la risa que me provocaron sus "arrebatadas palabras ": buen augurio para comenzar la semana
    ¡Gracias!

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  2. Susana: estoy de acuerdo pero...cuidado con las promesas. Tengo una teoría sobre las promesas a Dios, por ejemplo. Digo, no son un poco extorsivas? "Si me curas el dolor de muelas, Diosito mío, voy a misa" Me pongo en el lugar de Dios (con el debido respeto) y un microbio me susurra (a lo mejor me grita, pero es un microbio y yo soy un Dios un poco ensordecido)que me propone un negocio donde se supone que me tiene que alegrar su interesado aporte, y le garanto que yo lo mando derecho al océano de fuego, que será del diablo pero seguro que me lo presta.

    Pero promesas son promesas, y si hay promesas catárticas, las respeto.
    Por otra parte cada uno escribe por lo que se le antoje, incluso para sufrir o dejar de sufrir. Sólo que yo muchas veces escucho risas, no lamentos, en páginas terribles. Como alguna de Poe. Hablábamos del "entierro prematuro" hace poco. El tipo se reía, me atrevo a decirle a carcajadas, pensando en los insomnios que se avecinaban con su cuento.

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  3. Yo creo que se reía porque le hace decir a un gnóstico que el visible universo (habrá otro?) era un sofisma. ¿Quien podría contradecir a semejante autoridad? Luego se da el lujo de poner en la voz del gnóstico dos temores propios (el sabio entonces es él) Finalmente debo decirle que uno es menos abominable que el otro, o por lo menos es más divertido...

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  4. Cristina: mire lo que dice Cabrera Infante de ese canto a la tristeza llamado bolero: "el sentimiento mayor que producen los boleros no es el amor sino el amor al recuerdo del amor" (lo dice en "Delito por bailar chachacha, opúsculo que le recomiendo) Ese premio a la tristeza se suele pagar con éxito. Aunque la gente deteste sufrir, le encanta saber que el artiste sufre y que por eso escribe como escribe. Entonces, mediante el sencillo expediente de ser abandonado por una mujer, uno está en condiciones de escribirse "Nostalgias" por ejemplo.
    Leyendo a Spinoza uno entiede por qué no lo querían los religiosos. Y aunque el tuviera problemas con la ortodoxia judía, me pregunto qué hubiera opinado Jorge de Burgos, aquel monje de El nombre de la rosa, sobre estas palabras que nos trajo.

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  5. De haber llegado a la abadía, la Ética de Baruch (me impresionó ver hoy en una portada su nombre traducido como "Benedictus") seguramente hubiera corrido la misma suerte que el Libro Segundo de la Póetica de Aristóteles. Ni aquel Jorge de Burgos ni este Benedicto tolerarían un libro que instala el humor y la risa como legítimos y efectivos portadores de la verdad.
    ¡Muchas gracias por el opúsculo recomendado! Las reflexiones sobre el bolero- aplicables al tango por analogía- no tienen desperdicio.

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  6. Gualterio Núñez Hurtado11 de mayo de 2010, 3:44

    Marcelo, contigo no dejo de sorprenderme. "Delito por bailar el chachachá" como bibliografía de apoyo a tus citas de Felisberto Hernández, Kafka y Borges! A partir de esa obra maestra y de la melodía que la inspiró, surgió mi máxima "La letra con ritmo entra" , eje estructural de mi obra "Bases para una Pedagogía del Danzón (o como estimular la lectura de los Grandes de la Literatura a partir de los ritmos populares)".
    Es un método muy serio porque mueve a risa.
    Te saludo, compadre

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  7. Cristina
    Yo creo que este Benedictus no leyó nunca a aquel...Algunos dicen que en realidad su nombre de origen es el portugués Bento...
    Un saludo!

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  8. Profesor Gualterio:
    Disculpe que no lo tutee, aunque Ud. puede seguir haciéndolo! Pero mi emoción no hace que me olvide quien es Ud...
    Pensó en escribir sus máximas a la manera de las máximas sanmartinianas? La comunidad educativa latinoamericana le estaría perdidamente agradecida.

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  9. No creo en eso de la literatura como consuelo, como lugar de descarga y arrebato para escribir cosas que luego algunos llamarán “de vanguardia…”.
    Todo debe tener un sentido de construcción, para lo demás están los psicólogos.

    Me acordé de una sección en la revista selecciones; la risa remedio infalible creo que se llamaba.

    Te dejo un beso.

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