viernes, 21 de mayo de 2010

Venenos borgianos


Ahora dicen que los Borgia no eran tan malos. Mejor dicho, no eran más envenenadores y maquiavélicos que el resto de las poderosas familias renacentistas. Por ejemplo, Lucrecia no habría sido tan diabólica, aun algunos la vieron santa. A lo sumo fue moneda de cambio para los fines políticos de su padre, el Papa Alejandro VI, pero no mucho más que eso. César, brioso condottiero (*) y modelo de Maquiavelo para su Príncipe, actuó como cualquiera de su condición social. Incluso el gran Leonardo Da Vinci trabajó para los Borgia y buscó nuevos tóxicos mortales para esconderlos dentro de los exquisitos platos que su imaginación, conocimiento y gusto por el arte culinario le dictaban, ya que era una costumbre de la época el refinado arte del asesinato sutil.
De modo que estos venenos borgianos no habrían sido muy distintos a los de otras familias, como por ejemplo los Orsini o los Colonna. Además ya no se los usa mucho, para alegría de los vendedores de armas de fuego.

Estas desmentidas me desilusionan, porque me gustaba imaginarme a la inigualable, a la sensual Lucrecia rondando por detrás de los angustiados comensales. Y ahora resulta que cada familia pudo haber tenido una como ella.

Por suerte hay otros venenos borgianos que están fuera de discusión y, cubiertos de ironía, siguen siendo letales pese al paso del tiempo. Y además los tenemos al alcance de la mano:

“Creo que la mentira es muy necesaria por razones de cortesía, de buena educación y de reserva también. Yo, al cabo de un día, con palabras o callándome, habré mentido constantemente, y eso que me considero un hombre ético”

“El psicoanálisis no me gusta. Es el lado oscuro de la ciencia ficción”

“La novela es una superstición de nuestro tiempo, así como lo fue el drama en cinco actos o la epopeya en otras épocas. Es muy verosímil que la novela desaparezca, mientras que el cuento…No veo una literatura sin cuento o sin poesía, en tanto que una novela de cuatrocientas, quinientas páginas puede muy bien desaparecer”

“Vivimos en un tiempo en que las gentes que tienen éxito son personas primarias. Incluso si no lo son, procuran volverse primarias para colocarse al alcance de todo el mundo”


Borges nos invita con manjares de una peligrosidad que no pudo concebir la imaginación del Gran Leonardo a las órdenes de los Borgia.

Querido lector, escoge el veneno borgiano de tu preferencia: el más antiguo te hará retorcerte de dolor, mientras los inmensos ojos de Lucrecia acompañan tu final. El otro te dejará pensando un buen rato y te hurtará más de una sonrisa. Ambos son letales
¿Cuál de los dos prefieres?
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Textos de Borges extraídos de "Borges, sus días y su tiempo" de María Esther Vázquez y "De jardines ajenos" de Adolfo Bioy Casares
(*) Los condotieros eran los capitanes de tropas mercenarias al servicio de las ciudades estado italianas desde finales de la Edad Media hasta mediados del siglo XVI. La palabra condottiere deriva de condotta, término que designaba al contrato entre el capitán de mercenarios y el gobierno que alquilaba sus servicios (fuente Wikipedia)

6 comentarios:

  1. "El veneno en griego se llama fármaco, el cual nombre es común, así a las medicinas santas y salutíferas, como a las malignas y perniciosas. Andrés de Laguna ... Cada veneno no tiene más que una acción: la suya, la que le es propia; ni más que un efecto: el directo, el inmediato, el suyo. (Veneno, Diccionario Enciclopédico Hispano Americano, 1912)

    Venenos borgianos, tan santos y malignos, tan pontificiamente letales.

    Venenos borgeanos, que en palabras-aguijón penetran en pequeñas dosis, y alteran el cuerpo y la mente de modo tal que uno ya no volverá a ser el mismo.

    Menardez: es usted un sagaz alquimista borgeano, que suministra venenos con sutileza borgiana y precisión de boticario.

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  2. Fe de erratas: Menárdez con tilde. Aún o aun, según corresponda.

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  3. Qué buena etimología! Ideal para exhibirla en la entrada de cada industria farmacéutica...
    Qué lindas las palabras-aguijón! Ojalá no tengan antídoto.
    Muchas gracias Cristina

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  4. Gracias por la corrección, no sea cosa que irrumpa el ayatollah de los tildes y nos corte la garganta otra vez.

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  5. Quedémonos con Borges. Siempre nos acompaña y como bien acotás nos hace pensar y roba sonrisas a la vez; no habrá otro igual.

    Ambos libros que citaste me gustan y siempre están a mano en mi biblioteca. “Borges, sus días y su tiempo" lo encontré perdido en alguna librería y lo adopté para siempre.

    Un beso Marcelo. Buen fin de semana para vos y los tuyos.;-)

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  6. El problema del mal o del bien es, efectivamente, que se mide por estadística. En una sociedad buena, la bondad normal no tiene importancia. En una sociedad perversa, hay que ser malo por encima de la media para resaltar.
    Y, además, ya sabes: no es lo mismo un malo de los nuestros que un malo de los otros...

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