La hiena sabe francés y sueña con arrancar caras humanas para convertirlas en caretas. Leonora conoce el idioma de las hienas pero detesta los bailes de presentación. Y convence a la hiena para que la suplante. A su vez, la hiena convence a Leonora de que necesita una cara careta humana para disfrazarse de Leonora; le propone matar a la criada con tal fin. Leonora acepta porque en verdad detesta los bailes de presentación, siempre y cuando la hiena mate a la criada antes de arrancarle la cara y no al revés. El plan es urdido con devoción frente a la jaula de la hiena. Leonora ya está abriendo la jaula; el taxi bordea el zoológico y llegará justo a la puerta para que ellas lo detengan. Ninguna de las dos vio al ciego que estaba frente a la jaula del tigre y que las escuchó sonriente, con su falsa mirada dirigida a un punto indefinido. Ya sabemos que el oído de los ciegos es como la vista de los sordos. El maravillado ciego no piensa denunciarle a nadie lo escuchado, apenas trata de descubrir si lo que percibió es un extraño sueño, o la simple realidad. El asunto no lo desvela: si es un sueño podrá describirlo sin necesidad de alteraciones y pequeñas trampas que la realidad sí precisa. Es que la eficacia de un cuento realista como tal vez sea este dependerá de que logre despistar a zoólogos y expertos en bailes de debutantes.
Las noches de los sábados
Hace 2 años
Leonora supo imbuirse, persuadió y se dejó persuadir de surrealismo. Tu relato, como el suyo, es mágico, onírico, hipnótico.
ResponderEliminarEl ciego, siempre el ciego, es en tu obra un elemento permanente. Estás, como en una persistente luna llena, bajo su influjo.
¿De qué seríamos capaces? Algunos, de crear mundos imaginarios cuando "cierran los ojos", como tu ciego, como usted.
"si lo que percibió es un extraño sueño, o la simple realidad. El asunto no lo desvela: si es un sueño podrá describirlo sin necesidad de alteraciones y pequeñas trampas que la realidad sí precisa."
Con la misma y natural habilidad, Leonora pudo cautivar a Breton y a Éluard, pactar con la hiena, y maravillar al ciego que no imaginó.
ResponderEliminarSur le réalisme!