
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Las rosas

martes, 8 de noviembre de 2011
Haydée Lange y Georgie de barba

Estuve muy enamorado de Haydée Lange, la hermana de Norah (JLB)
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Amor vendrá (de Pedro Menárdez)
Amor vendrá; mientras se quede
de todo hará placer.
Cuando se vaya
Nada será más que recuerdo.
viernes, 22 de julio de 2011
Amor se fue (de Macedonio Fernández)
de todo hizo placer.
Cuando se fue
nada quedó que no doliera.
sábado, 16 de julio de 2011
La hiena de Carrington
![[LeonoraCarrington.jpg]](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYxhJ5_Uhx7sxcNNFk-ikh79jtdn-byO_xmEyrQn5Io6Pk8Ubzr4RklUWyMKzalT5Xt2WXowsm6lkJWkY7shfb7FIp9mM6rafLIZkvL2IcXv8XVQDqHxp5lL2q4tITdTPf6XRfnZfvFiY/s1600/LeonoraCarrington.jpg)
La hiena sabe francés y sueña con arrancar caras humanas para convertirlas en caretas. Leonora conoce el idioma de las hienas pero detesta los bailes de presentación. Y convence a la hiena para que la suplante. A su vez, la hiena convence a Leonora de que necesita una cara careta humana para disfrazarse de Leonora; le propone matar a la criada con tal fin. Leonora acepta porque en verdad detesta los bailes de presentación, siempre y cuando la hiena mate a la criada antes de arrancarle la cara y no al revés. El plan es urdido con devoción frente a la jaula de la hiena. Leonora ya está abriendo la jaula; el taxi bordea el zoológico y llegará justo a la puerta para que ellas lo detengan. Ninguna de las dos vio al ciego que estaba frente a la jaula del tigre y que las escuchó sonriente, con su falsa mirada dirigida a un punto indefinido. Ya sabemos que el oído de los ciegos es como la vista de los sordos. El maravillado ciego no piensa denunciarle a nadie lo escuchado, apenas trata de descubrir si lo que percibió es un extraño sueño, o la simple realidad. El asunto no lo desvela: si es un sueño podrá describirlo sin necesidad de alteraciones y pequeñas trampas que la realidad sí precisa. Es que la eficacia de un cuento realista como tal vez sea este dependerá de que logre despistar a zoólogos y expertos en bailes de debutantes.
viernes, 17 de junio de 2011
Macedoniana
Me encontré con mi amigo Macedonio y le pregunté en qué andaba. Me contestó que no estaba escribiendo el Quijote y le dije si no le preocupaba que su autor, Pierre Menard, se ofuscara al enterarse.
- ¿Por qué lo haría, Marcelo? Menard se propuso escribir el Quijote mejor que Cervantes, y lo logró. En cambio, yo me dedico a no escribir la historia de Alonso Quijano y mi éxito, aunque evidente, es paralelo al de un Menard, un Daneri, o un Paladión. Por no agotarme con la monumental tarea voy alternando su acometimiento con la no escritura de Moby Dick, lo cual conlleva un homenaje implícito a Bartleby, aquel sujeto que sea lo que fuere que le propusieran, prefería no hacerlo.
Le pregunté si para no escribir esas obras universales previamente se tomaba el trabajo de leerlas. Me dijo que desde luego, y que era cierto lo que un amigo solía decir de él: “no ha leído mucho, pero lo poco que ha leído, lo ha leído mucho” En cambio las novelas modernas las no escribía sin leerlas previamente.
- Total, es literatura para el olvido. ¿Para qué perder tiempo leyéndolas? ¡Si pareciera que no soy el primer autor que las va a no escribir!
Ya me despedía de Macedonio cuando me soltó el desafío. Me invitaba formalmente a su casa, el sábado por la mañana, a los efectos de no escribir juntos "La importancia de llamarse Ernesto"
Dedicado a Ana María Rivera, borgeana y macedoniana
domingo, 12 de junio de 2011
Menárdez (II)
martes, 8 de marzo de 2011
Menárdez y el regreso
"y divisé la hondura
los naipes de colores del poniente
y sentí Buenos Aires.
Esta ciudad que yo creí mi pasado
Es mi porvenir, mi presente;
Los años que he vivido en Europa son ilusorios,
Yo estaba siempre (y estaré) en Buenos Aires”
Menárdez no vivió en Europa. Ni en otra ciudad. Ni en otro barrio. Sin embargo camina por las calles de Palermo como la primera vez. Sobrevivir lo mantuvo ajeno, ausente, olvidado. Ya no. Viene con ganas de tomar los naipes de colores del poniente (ese que permanece, milagrosamente) y apostarlo todo, aunque no tenga nada; de una ginebra en la esquina de Guatemala y Borges. De caminar Palermo con ella.
Ella, la que aún no llegó.
